Pestañas

Sobre mí

miércoles, 10 de febrero de 2016

Volvemos en seis minutos…


Un plano detalle de lo que parece ser una figurita de novios sobre una tarta interrumpe el programa en emisión. A la izquierda de la pantalla, un hombre con patillas le cuenta a otro con gafas —a la derecha— que ni es una enfermedad ni es por culpa del alcohol. Es una ideología y una forma de pensar, añade, mientras se intercalan planos algo más abiertos de la figurita de novios, que ahora me permiten ver a la novia quemada, rota, agredida, mientras el novio se mantiene impoluto, tan apuesto como el primer día, y permanecen agarrados de la cintura mientras aparece un cartel en letras grandes y blancas. Salvados, el machismo mata, este domingo a las nueve y media en la sexta.

Irrumpe un coche en movimiento por una calle donde hay seis motos aparcadas y suena una música sexy que me recuerda a un antiguo anuncio donde, a las once y media en punto, todas las mujeres de la oficina se ponían, histéricas, a mirar por la ventana porque un tío cachas se quitaba la camiseta y se bebía su cocacola light. Ahora no son oficinistas, sino dos mujeres, una rubia y otra morena, muy guapas y elegantes, que están tomándose un café en una terraza, mientras ven pasar el coche. ¿Va a aparcar ahí?, se pregunta una, mientras la otra contesta que tiene un par, el tío. El coche empieza a aparcar al lado de las motos mientras lo observan, además de las mujeres, cinco moteros auténticos, de los de verdad, hombres rudos con cuero, barba y bandana, de los que protagonizan anuncios del pp porque no solo los hipsters votan sin prejuicios. Resulta que el coche tiene una cámara de visión trasera que deja a todos alucinados por su exactitud al aparcar. El conductor sale del coche, orgulloso, mientras una voz masculina me cuenta todas las maravillas que tiene el nuevo opel mokka.

La siguiente escena son seis hombres fuertes, en buena forma, vestidos con uniforme negro —¿de pilotos?— y con casco, que andan como si estuvieran haciendo un remake de reservoir dogs. Caminan por la nieve, y se montan, a la vez, cada uno en un coche rojo, que están aparcados como si fueran bolos en una bolera. Lo hacen todo de forma sincronizada, cierran la puerta, arrancan, conducen. Hasta que uno de ellos dice Now, y empiezan a hacer virguerías, adelantándose unos a otros y dibujando formas en el hielo. Entonces el que parece ser el líder estornuda. Horror, pensaría un espectador asustadizo, ahora van a sufrir un accidente por estar haciendo el imbécil con el coche. Pero no, porque están conduciendo el nuevo mazda cx-5, con faros full led, según me dice otra voz —quizás sea la misma, se parece mucho—, y los coches se paran en el acto, uno detrás de otro, porque el señor Rosa, el señor Blanco, y todo el séquito son hombres de bien y no harían cosas peligrosas sin un coche que les permitiera sobrevivir.

La imagen cambia para dar paso a una chica duchándose, se la ve de espaldas, enjuagándose el pelo, y escucha la música relajante que sale de un altavoz azul, pegado con ventosa, que estará a la venta a partir de mañana por doce con noventa y nueve. Después, una vez limpia y con una toalla en la cabeza, pasa la mano por el espejo empañado y me permite ver su cara, sonriente, y coge un cepillo de dientes eléctrico que estará disponible, también a partir de mañana, por solo siete con noventa y nueve. La chica con el pelo y los dientes limpios tira la toalla a cámara mientras otra voz masculina me dice que en lidl, mi compra es perfecta.

Una voz femenina me pregunta ¿pides a gritos disfrutar del chocolate?, y cuatro mujeres jóvenes, tristes y aburridas, se emocionan con la palabra chocolate, y entonces ríen, saltan y gritan. Imágenes de colores vivos, de onzas de chocolate y labios rosas, y la voz me sugieren disfrutar sin remordimientos del chocolate más cremoso y delicioso desde solo cero coma siete por ciento de materia grasa. Las mujeres bailan y comen yogures, contentas, mientras suena una versión moderna de la macarena. Parece que vitalinea es el chocolate que me pide el cuerpo.

Ahora se encienden las luces y aparece un coche caro —eso se huele a través del televisor—. Otra voz, no es la misma de antes, aunque sigue siendo masculina, me dice ves esto, pero sientes esto, o esto, o esto. Suena una música intensa, potente, y mientras me dice lo que veo y lo que siento, me enseña imágenes del coche y después de un caballo negro, libre, en el campo, o de un hombre montando en moto a toda velocidad —¿se sentirá tan libre como el caballo?—, y también equipara las luces del coche con la aparición del sol sobre la tierra visto desde el espacio. Después de decirme que si conduzco ese coche, me sentiré como un piloto aéreo —o espacial, quién sabe—, unas letras a la izquierda de la pantalla me aclaran que no es magia, que es un audi A4.

La siguiente escena ocurre en una oficina llena de mujeres —¿serán ya las once y media?—, y una de ellas entra en el despacho de otra. Uy, uy, uy, ¿y esa cara?, le pregunta, y ante la sonrisa picarona de la otra, la curiosa insiste, ¿no tienes nada que contarme? Con un tono similar al que usaría Samantha hablando con Carrie mientras toman unos Cosmopolitan, adivina el motivo de la sonrisa: ¡Tú has hecho arroz! Ambas se ríen, son mujeres de éxito que saben lo que es bueno. Cambia el escenario y aparece una familia de madre, padre, hijo e hija. Se quieren mucho, se ríen, la madre pone una paella en la mesa y entonces se abrazan. Otra mujer, muy bien vestida y sonriente, habla a cámara y asegura que brillante sabroz es el único arroz redondo del mundo que absorbe todo el sabor y siempre queda en su punto.

 A continuación, una mujer situada detrás de nueve botes de lejías y detergentes me explica, mientras mira a cámara, que existen muchos productos de limpieza, pero para ella la lejía le da la mejor limpieza a un buen precio. Va haciendo desaparecer los botes hasta quedarse con tres, y me dice que ella prefiere las lejías número uno, por ejemplo estrella, que limpia y desinfecta en profundidad y elimina gérmenes y alérgenos sin dejar huella. Es evidente que lo que dice es verdad, porque aparece su casa, muy sucia, y ella pasa la bayeta o la fregona y de una pasada, todo queda limpio y ordenado. Entonces, justo a tiempo, aparecen unos niños, que bien podrían haber estado comiendo paella antes, y gritan ¡mamá! mientras abrazan a la señora, todos muy contentos.

Llega el momento de que una exmodelo de mediana edad, que lleva varios años apareciendo en publicidad, me aconseje seguir el nuevo plan detox de hornimans. Está en una cocina limpia, sin duda desinfectada de gérmenes, y me dice que tomarme un té verde y un té rojo al día durante dos semanas me ayudará a eliminar las toxinas de mi cuerpo y me sentiré como nueva. A ella se la ve maravillosa, hidratada y desintoxicada, aunque no sé si será por el té o por la piscina de lujo en la que sale nadando y relajándose.

El machismo mata, decían antes. Pues quizás no me haga falta ver salvados para entenderlo, basta con ver algunos anuncios.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

El hombre de Bogotá


   La policía y el servicio de emergencia no la conmueven lo más mínimo. La voz del esposo suplicante no produce el efecto esperado. La mujer sigue en la cornisa, aunque amenaza que no será por mucho tiempo.
   Me imagino que me toca a mí persuadirla de que no se tire. Veo la situación y sucede así:

   Le cuento la historia de un hombre de Bogotá. Era un hombre rico, un industrial al que secuestraron para pedir un rascate. No era un drama televisivo; su mujer no podía llamar al banco y obtener un millón de dólares de la noche a la mañana. Le llevó meses reunir esa cantidad. El hombre tenía una afección cardiaca, y los secuestradores tenían que mantenerlo con vida.
   Escuche esto, le digo a la mujer de la cornisa. Sus captores le obligaron a dejar de fumar, le cambiaron la dieta y le obligaron a hacer gimnasia todos los días. Lo tuvieron así tres meses.
   Cuando se pagó el rescate y liberaron al hombre, su médico le hizo un chequeo. Comprobó que su estado de salud era excelente. Le digo a la mujer lo que entonces dijo aquel médico: que el secuestro era lo mejor que le podía haber pasado.

   Quizá no sea la historia adecuada para que alguien decida bajar de una cornisa. Pero la cuento con la intención de que la mujer que está subida en la cornisa se haga una pregunta, la pregunta que se le pasó por la cabeza a aquel hombre de Bogotá. Se preguntó cómo sabemos que lo que nos está sucediendo no es bueno.

El hombre de Bogotá. Amy Hempel

lunes, 9 de julio de 2012

La cueva

     Cuando era niño me encantaba jugar con mis hermanas debajo de las colchas de la cama de mis papás. A veces jugábamos a que era una tienda de campaña y otras nos creíamos que era un iglú en medio del polo, aunque el juego más bonito era el de la cueva. ¡Qué grande era la cama de mis papás! Una vez cogí la linterna de la mesa de noche y le dije a mis hermanas que me iba a explorar el fondo de la cueva. Al principio se reían, después se pusieron nerviosas y terminaron llamándome a gritos. Pero no les hice caso y seguí arrastrándome hasta que dejé de oír sus chillidos. La cueva era enorme y cuando se gastaron las pilas ya fue imposible volver. No sé cuántos años han pasado desde entonces, porque mi pijama ya no me queda y lo tengo que llevar amarrado como Tarzán.
     He oído que mamá ha muerto.

La cueva. Fernando Iwasaki

jueves, 20 de octubre de 2011

Que el viaje sea largo


Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.

Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significa Ítaca.

Constantino Cavafis

lunes, 22 de noviembre de 2010

Cuatro euros

Cuatro. Ese es el número mágico en las gangas de Clara.

No sé cómo, pero últimamente todo lo que me compro cuesta, como máximo, cuatro euros.
O se han puesto todos los comercios de acuerdo, o me estoy haciendo una experta en encontrar chollos, o simplemente el karma me está ayudando.

Todo empezó con las zapatillas calentitas (que se han convertido en indispensables para estar en casa) y el gorro cuando aún estaba en Madrid.
A partir de ahí, en mis visitas a Ikea, o dando una vuelta por mi nuevo barrio, solo veo 0.99€, 1.99€, 2.99€ y 3.99€.

Cambiando de tema, tardo en actualizar porque sigo sin internet, espero que eso cambie pronto.
Pondré fotos, novedades y estados de ánimo, lo prometo.
Mi habitación se está volviendo muy acogedora, y poquito a poquito se va convirtiendo en hogar.

¡Ah! Y hoy me he saltado mi rutina de compras por menos de cuatro euros: me he comprado un microondas :)

lunes, 18 de octubre de 2010

Cosas que deberían pasar

Y es que hay tantas...
Aunque en realidad se resumen en una, que es la causante de todas las demás.
Por mi parte, voy a hacer lo posible porque esas cosas que no pasan se transformen en cosas que pasan.

Los días transcurren. Uno y otro y otro.
Y de repente, pienso que no voy a tener la oportunidad de hacer todas las cosas que he estado retrasando.

En fin.


The Smiths - Please, Please, Please Let Me Get What I Want

lunes, 11 de octubre de 2010

Susan

Una mudanza te ayuda a tirar cosas.
Te obliga a enfrentarte a tu pasado y a tomar decisiones sobre tu futuro.
Y, de vez en cuando, te hace reencontrarte con sentimientos olvidados.

Hace mucho que no veía a Susan. Esta mañana me la he encontrado y he tenido dudas sobre qué hacer con ella. Y, como me ocurre con frecuencia, he preferido dejar esa decisión a la futura Clara.
Pero hace un rato la futura Clara ha llegado sin avisar.
Una entrada de otro blog, uno que admiro, me ha hecho darme cuenta de que Susan va a ser imprescindible en mi vida, al menos en mi vida más inminente.

Bienvenida de nuevo, Susan Carmichael.
Me alegro de que empecemos esto juntas.

martes, 5 de octubre de 2010

Otoño

Época de cambios.
Volvemos a las cosas que teníamos pausadas e iniciamos muchas otras.

© David Lanham

lunes, 10 de mayo de 2010

The Baseballs

Hasta hace media hora odiaba los anuncios de Spotify.
Eran insoportables y cortaban el buen rollete de una forma muy tajante.
Ya no. Gracias a uno de esos anuncios he descubierto un grupo maravilloso: The Baseballs.


Unos tipos alemanes que versionan temas famosos modernetes en un rockabilly muy Elvis.
Brillante, en serio, me he reído tanto al oirlos...
Pegadles una escucha, de verdad, son muy divertidos :)

Estas son las perlas que vienen en su disco Strike!
Umbrella (Rihanna)
Love In This Club (Usher)
Hey There Delilah (Plain White T's)
Bleeding Love (Leona Lewis)
Hot N' Cold (Katy Perry)
I Don't Feel Like Dancing (Scissor Sisters)
Don't Cha (The PussyCatDolls)
Let's Get Loud (Jennifer Lopez)
Angels (Robbie Williams)
Crazy In Love (Beyonce)
This Love (Maroon 5)
The Look (Roxette)

lunes, 3 de mayo de 2010

La carretera

Hace un par de días terminé uno de los mejores libros que he leído.
Me enamoré de los diálogos.
Del chico y del hombre.

Parece increíble que quepa tanta ternura en ese gris.

viernes, 9 de abril de 2010

Play again

Esta vez sí.

Se acabó el play-pause-play-pause-play-pause...
porque acabo de romper el botón.
Voy a luchar contra mi peor enemigo. Y voy a ganar.

De vuelta al laboratorio, a la acción y a la vida.

Hey Ho, Let's Go! :D

domingo, 3 de enero de 2010

Y se hizo la luz

Trescientos mil años después de la gran explosión, el universo se volvió transparente.
Dejó de ser opaco y se empezó ver con claridad.

martes, 4 de agosto de 2009

El Renacimiento

Quiero ser renacentista.

Saber de todo, que el arte salga de mí.
Mirar atrás cada día y ver la estela de creaciones.

Necesito ser consciente de que estoy aportando algo al mundo y el mundo me aporta algo a mí.

Y lo más importante:
cuando tenga esta sensación, que no quede en ilusión sino en realidad.

sábado, 16 de mayo de 2009

El universo

Se creó y blablabla.
No voy por ahí.

Antes de ayer vi en directo cómo despegaba el Ariane 5, que llevaba a bordo dos satélites de observación. Durante la cuenta atrás nos dimos la mano... Increíble.

Esta noche iré a ver las estrellas. Adoro la sensación de sentirme diminuta frente a la magnitud que nos rodea.

Y de regalo, una foto preciosa del Sol (y de las pulguitas Atlantis y Hubble).

sábado, 2 de mayo de 2009

La vida

Y la evolución.

Lo increíble que parece que una semilla crezca y se convierta en algo vivo.
Hay vida por todas partes. Seamos vida con ella.



Postdata: Plantitas, plantitas. ^^

viernes, 26 de septiembre de 2008

La luz

La luz es energía. Es vida.
Es la encargada de hacernos ver. Incluso es capaz de crear colores.

Quiero saber manejar la luz.
Ponerla, quitarla... crear formas y sombras.

Es el momento de iluminar.

viernes, 25 de julio de 2008

El inicio

El universo se creó.
No sé lo que era antes, pero un día algo pasó y las cosas empezaron a cambiar.

Ese acto, ese impulso, ese cambio es el necesario para evolucionar, seguir adelante y no permanecer inerte e inmóvil.
Si el mundo se mueve, debo moverme con él.

Empezamos. Tic tac, tic tac...